De niña estuviste a mi lado,
En manchas extasiada
Viendo allí el Amazonas con sus monos y guacamayos,
El bicornio del Sire o el perfil de Barba Azul;
Con tu nodriza venida de las sierras de Aceguá
Compartiendo juegos y estrellas,
Cuando las lanzas blancas y los fusiles colorados.
Más tarde el fervoroso reflejo tuyo
Fue el homenajeado, fue el amor y la vida,
Brillante y frondosa lengua;
Tu raíz salvaje, a donde no volviste, pues dijiste:
No hay cielo que se recupere ni Edén que se repita,
Dejando de un frescor sin relojes
El paraíso del recuerdo, el divino cántaro.
De joven ya, embelesada
Como de niña de las escenas bíblicas,
Portal a otros mundos sagrados,
Alabaste los loores
De Nuestra Señora del Cielo, y su manto
Te protegió de infortunios
Venideros, y pasados.
¿Es posible, luego, sola, tras el Capitán,
Con el hijo que amaste hasta el dolor extremo,
Perdida, encontrada
En lo alto de la cumbre de todos los honores,
Escapar a la erosión del tiempo,
Como la esquiva Esfinge
Que cantó el vate de Bilbao?
Hoy, desposada con América
(No lo digo yo, sino Zorrilla),
También perdida mi chance de encontrarte
En esta tierra, ida ya, pasajera en destino,
no hay palabras justas para agradecerte
el canto rodado de tus palabras,
el sortilegio de tu legado.
Angers, 10 de agosto de 2019
(C) Tomado de Merello-Guilleminot, E. (2021) - Dialogos - Poesías y relatos varios, España, BoD.
Mención Especial en la categoría "Poesía" en el concurso "Antología Por amor a Juana" organizado por el Movimiento Cultural "Juana de América" (Piriápolis, Uruguay, 2023).
Imagen: Juana de Ibarbourou, foto de Elena Bazterrica (ca. 1924)
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