Claustros, el ritmo inquebrantable
en espacios de misterio
Sembrados allende el tiempo
Donde san Benito y san Bernardo;
Letanías que ruedan en los siglos
Como los neumas que acarician sus piedras,
Sus arcos,
Su elocuente cadencia.
Claustros que espaciaron
Procesiones fragrantes,
Que entonaron con sus monjes
Y sus monjas
Al Cristo de Dios,
De un Pueblo, el clamor inusitado.
Claustros que hablan con su silencio,
Que esperan con su secreta resonancia
Y sus capiteles
Con historias,
Con su acanto,
Con sus viejos órdenes o sus geometrías,
Con sus oculus que bajan
El sol y la luna de lo alto.
Claustros a los que se vuelve
Cuando el mundo ruge,
Cuando el cielo se oscurece,
Cuando quien busca a veces
(Pareciera) vanamente
En el cemento
Necesita de Dios, Su silente abrazo.
En ese íntimo cuadrilátero
Donde la fuente canta,
Sí: el hombre lo encuentra
en su arcano templo santo.
Solesmes, 14 de septiembre de 2019
(C) Tomado de Merello-Guilleminot, E. (2021) - Dialogos - Poesías y relatos varios, España, BoD.
Imagen: Claustro de la Abadía de Santo Domingo de Silos (España)
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