miércoles, 6 de marzo de 2013

Metz, san Crodegango y el canto gregoriano

La figura de un obispo del siglo VIII está mucho más cerca de los orígenes históricos del gregoriano que el mismísimo papa Gregorio I.

Durante el desarrollo cultural impulsado por los monarcas carolingios, en los siglos VIII y  IX, se consolida el cristianismo en la  Galia. El vínculo entre Pipino el Breve y el papa Esteban II -quien por su “autoridad apostólica” lo ungiera rey en el 754, en sustitución de Childerico III, el último rey merovingio- señala el comienzo de una forma de  asociación entre el poder temporal y el espiritual que, salvaguardando sus mutuas áreas de acción, hizo de Roma un centro de autoridad moral, coexistente con los monarcas de turno.

Fruto de esa suerte de imperium christianum emergente y por iniciativa del propio nuevo monarca, es la reforma de la liturgia y el canto que la acompaña, empresa confiada a un culto aristócrata formado en el palacio por Carlos Martel: Crodegango, nacido en la zona de Liège hacia el 712 y fallecido el 6 de marzo de766.(1) Es la razón por la cual esta ciudad se constituye bajo su acción en uno de los más importantes centros musicales de la Galia y también de Europa entre los siglos VIII y XII. Y razón de que la divulgación y práctica del canto romano -el primer nombre que recibió el gregoriano-, haya debido utilizarse en todo el imperio, según prescripciones de Carlomagno del año 789, en sustitución del proveniente de los ritos antiguos, entonces en uso en la región: “Que todos aprendan el canto romano (...) y se suprima el oficio galicano, en vistas a la unidad con la sede apostólica”.(2)

 
Crodegango, o también Godegrand, Gundigran, Ratgang, Rodigang, Sirigang
en un vitral de la capilla Sainte-Glossinde de Metz.
 
MESINO, CAROLINGIO, GREGORIANO

La romanización de los usos litúrgicos del país de los francos involucraron a cantores y músicos mesinos destacados, entre los que sobresale Amalario  de Metz (775-853). Fueron ellos quienes llevaron adelante esta reforma de la música ritual católica, sobre la base del cantus gallicanus que floreció entre los siglos IV y VI, y del viejo romano. En lo general, el trabajo consistió en aplicar a las piezas del primitivo repertorio romano,  de uso litúrgico y organización ya determinados, elementos melódicos nuevos.

Por tanto,  el rito (y con éste el canto) introducido por Pipino el Breve y su hijo Carlomagno no es el rito papal, hoy denominado “romano antiguo”, sino el producto de una hibridación de éste con los ritos locales. Se trata, en efecto, de un verdadero trabajo de re-elaboración o de síntesis, expresado en la ecuación

“Antiguo romano” + Galicano = Canto gregoriano

La misma ha llevado a adjudicar a S. Crodegango la creación del canto gregoriano. La referencia a un escrito del año 886 o 887 de Notker Balbulus, monje de St. Gall, en donde se da cuenta que en el entonces, el canto eclesiástico se llama en su país canto mesino, podría echar luz sobre el tema. Sin embargo, la afirmación de que el gregoriano nació en Metz, conlleva la desatención del proceso anterior y de las fuentes universales de distintas procedencias que le dieron base material, tanto a la música practicada en Letrán o la que  utilizaba el culto galo. Por lo que sería más apropiado sostener que fue en Metz  donde se terminó de conformar el repertorio gregoriano en su funcionalidad, textos y forma melódica actuales.

                                                                            Enrique MERELLO-GUILLEMINOT


(1) De allí que el 6 de marzo precisamente, sea el día en que la Iglesia celebra su memoria. 
(2) Cf. Admonitio generalis, 23/03/789, N°80, citado por  Georges TESSIER: Charlemagne, p. 307, coll. “Le mémorial des siècles” dirigida por G. Walter (Albin Michel, Paris, 1967).

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