lunes, 12 de diciembre de 2016

De neumas y tranvías

Como no me es dado jurar, lo aseguro con toda mi persona. Aseguro que no me mudé junto a mi familia y mis bártulos (libros, discos, instrumentos, archivo…) a una casa con frente a la que es presumiblemente, la única calle de la ciudad que conserva prácticamente intactas de una esquina a la otra, las vías del antiguo tranvía montevideano. 

Tal vez no sea ocioso recordar al lector que he dedicado la mayor parte de mi vida a estudiar, cantar, dirigir y enseñar el canto gregoriano, esa música asombrosa que habla de una realidad metafísica como ninguna otra. Y seguro que tampoco es ocioso observar que esas vías de ida y de vuelta del desaparecido tranvía montevideano, dibujan en hierro el pautado tradicional con que se escribió en los siglos medioevales ese repertorio vocal.

Dos líneas del tranvía trepidaban por ese tendido metálico que día a día atravieso despreocupado, sin tomar conciencia del valor testimonial o hasta arqueológico de esos vestigios que brillan al sol, cuando éste se muestra generoso: la línea 10 y la línea 11. El circuito asignado a ambas era Dársena (actual Monteverde)-Salsipuedes (actual Juan Paullier), en uno y otro sentido (1).


El tranvía 10 por calle 25 de Mayo.

Imagino mi casa añosa viendo pasar el tranvía -durante dieciséis años- a ese ritmo cansino acompañado de ruidos que acaso hacían temblar los vidrios, primero con los colores de la Sociedad “La Comercial” de Montevideo, filial de la empresa británica “The Montevideo United Tramways”, y luego con los colores de AMDET, empresa estatal que la adquirió en 1948, y que sí pude conocer, cuando circulaban por Montevideo los recordados trolleybuses.

Y así siguió siendo durante décadas: curiosos mirando desde las ventanas en balcón bordeadas de ornamentales molduras, típicas de las típicas casa de zaguán montevideanas –que los porteños llaman “casas chorizo”-, los cristaleros que se hacían sentir al paso de los vehículos, hasta que en 1957 el sistema tranviario de Montevideo llegó a su fin.


Vestigios del recorrido del tranvía montevideano.

Exactamente a 60 años de haber pasado el último de estos ciclópeos vehículos frente a mi puerta, (2) quedó el tetragrama tendido a lo largo de la calle que me recuerda todos los días, como si no me quedase claro aún, el lugar de los neumas gregorianos. Casi como una perenne invitación a cantar al Altísimo, quedó el tetragrama metálico sin haber sido tapado por el asfalto, como en el resto de las calles de la ciudad, o aún levantado sin más miramientos.

Y, hecho paradojal, o tal vez no, habida cuenta de que “el mundo es un libro” como enseñaba Borges,(3) aquí ensayó semana tras semana en sus últimos años de vida activa la Schola Cantorum de Montevideo que  hube de fundar junto a un grupo de amigos allá por 1988; institución que devino con los años no solo la primera, sino la única  que existió en el Uruguay dedicada al estudio, práctica y divulgación de esta música, cuya trascendente labor fue reconocida dentro y fuera de fronteras.


IN Gaudeamus en honor de S. Enrique  de Upsala, martirizado hacia el 1150 
(Graduale Aboense, s. XIV)

Hay quien afirmaba que la coincidencia es la forma sutil que utiliza Dios para pasar desapercibido. Me une al tetragrama más de treinta años de existencia, compartidos en familia. Los neumas que lo surcan edificaron mi vida espiritual, haciendo de mis debilidades, fortalezas, mientras me ayudaban a elevar mi mirada más allá de los dinteles y cornisas. Mi voz desde los tetragramas buscó lo inefable sicut incensum in conspectu tuo. (4)

Quiero pensar en el camino de mi vida sobre un largo tetragrama, y he aquí su representación de acero en esas dos vías que tengo frente a mi ventana, signo estampado a fuego en la Ciudad del Hombre de una schola cantorum que está en el recuerdo de quienes la integraron, se formaron en ella y compartieron hostias consagradas al son de esas melodías que no pertenecen al tiempo. Tetragrama por el que transitaron sonidos sagrados y aún transitan en sus ecos perdidos en el éter, en una misteriosa marcha hacia la Ciudad de Dios.

Enrique Merello-Guilleminot




(1) Ver PIENOVI, P. (2008), La Biblia del transporte urbano – 155 años de historia de transporte urbano de Montevideo. Montevideo: Conytriun.
(2) Esto tuvo lugar el 17 de noviembre de 1956. Para saber más ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Tranv%C3%ADas_en_Uruguay
(3) BORGES, J.L. (1952), Del culto de los libros, en Otras Disquisiciones. Buenos Aires: Sur.
(4) Ps. 141,2.